domingo, 24 de mayo de 2009

No sé por qué te quiero. Sé que es la letra de una canción. A lo mejor se me ha pegado esa costumbre tuya de tomar prestadas frases de películas y canciones para expresar mi amor, pero es que esta se ajusta la realidad perfectamente: no sé por qué te quiero.


En ti veo demasiadas cosas que no me gustan. Eres mentiroso hasta la extenuación, las únicas verdades que hay en ti son las que dices a medias y eso me fastidia bastante. También egoísta, sé que todos lo somos, pero tú no te molestas en disimularlo como hacemos el común de los mortales, eres así y ya está. Superficial, sobre ti todo resbala como las gotas de agua en un cristal, pocas cosas consiguen afectarte y calar en tu ánimo.


Después hay cosas más mundanas que me hacen preguntarme qué he visto en ti. Eres muy ignorante para muchas cosas, y pareces enorgullecerte de tu falta de cultura, que encima no tiene justificación porque vienes de un entorno acomodado y tuviste acceso al conocimiento, me disgusta que tengas tan pocas inquietudes intelectualmente hablando. Nunca has leído un libro y tu película favorita es "Karate Kid", como aquel personaje que hacía Matt Dillon en "Algo pasa con Mary" que tanto me hizo reír por lo zoquete que era. Hablas a gritos y te encanta ser el centro de atención, y eso a mí me da un poco de vergüenza. Te tiras pedos y eructos delante de mí sin ningún rubor, como si fuera lo más normal del mundo, y en ocasiones incluso los celebras con expresiones jocosas que hacen que quiera que se me trague la tierra. Eres no sólo tacaño, sino también gorrón. Tus brazos son muy cortos y tus bolsillos muy profundos, eres de los que van al baño a la hora de pagar y de los que se arriman a aquellos que invitan. Sé que no te he conocido en tu momento más boyante, pero esas cosas se ven, si una persona es generosa se aprecia incluso en los momentos de menos pujanza. Y lo peor de todo: haces ruido cuando comes, que es lo que más me molesta en esta vida. De hecho si sabía que te quería era por eso, porque te toleraba que hicieras ruido al comer, y si te quería a pesar de eso es que te quería mucho.


Por supuesto tienes muchas cosas buenas. Eres alegre y optimista, capaz de hacer que cualquiera levante el ánimo. Divertido como nadie y el alma de todas las fiestas a las que vas. Me hacías reír y te reías conmigo, y todas las mañanas me decías te quiero nada más despertarte. Cocinas bien y eres dispuesto para las tareas del hogar, en ese sentido me cuidabas mucho. Haces unos masajes estupendos y sabes quitarme la jaqueca haciéndome reiki. Y eres un magnífico amante si exceptuamos, por supuesto, aquel episodio en el que perdiste la vergüenza y los papeles.


Tienes como todos cosas buenas y malas, pero no acierto a comprender la razón por la que te quiero tanto. Ójala no te hubiera querido, ni siquiera recordando tus defectos consigo olvidarme de ti.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues chica, menuda joya. Tacaño, ignorante, grosero... Casi le tienes que dar las gracias a la Raquel por quitarte a ese tío de encima

Besos