jueves, 28 de mayo de 2009

Señales de humo

Señales. No sabría decir el momento exacto, pero un día empecé a ver señales. Cosas triviales, absurdas, pero siempre hasta el mismo punto. Todo, absolutamente todo, salía mal. Aviones que se retrasaban, aeropuertos cerrados, vuelos cancelados, teléfonos sin cobertura en el momento más oportuno, inundaciones, compromisos de última hora... Señales que indicaban que nuestro amor podría ser muy puro, pero desde luego no estaba bendecido por la suerte.


Siempre que parecía que algo estaba bien se torcía de golpe. Cuando estábamos alcanzando un punto en el que las cosas se estabilizaban llegaba un nuevo conflicto. Vivíamos en un perpetuo martes y trece. Si analizo el tiempo neto que duró la felicidad no serían más de tres semanas. El resto del tiempo lo pasamos vadeando corrientes.


No sé si existe el destino. Tal vez hay cosas que no puedan ser. Ahora veo señales. La última vez no me amaste con las ganas de siempre, ya no me dices te quiero con la frescura que solías, ya no te alegras cuando escuchas mi voz.


Sólo espero que mañana nada impida que llegues hasta mí. Tengo que verte, Antonio, necesito mirarte a los ojos una vez más.

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