sábado, 23 de mayo de 2009

La desdichada historia del reloj

Lo del reloj me tuvo en vilo durante semanas. Miraba escaparates, comparaba, calculaba... Un día estaba convencida de que era buena idea, al otro que no... Un reloj es un regalo importante, normalmente suele ser lo que se escoge para sellar compromisos, así que sopesaba una y otra vez el peso que podría llegar a tener un regalo como aquel.


Por eso esperé a comprarlo al último día, cuando el jefe había venido y te había garantizado que ibas a seguir aquí... o eso creía. No era el más caro, pero costaba más de lo que podía permitirme, dudé un buen rato antes de comprarlo y al final me decidí. Porque te quería y era la primera ocasión que tenía de regalarte algo, y quería que fuera algo bueno, digno del amor que sentía por ti.


El reloj llevaba en tu muñeca dos días cuando me confesaste que te trasladaban. Supongo que no te lo callaste adrede. Quiero creer que fue simplemente el deseo de protegerme lo que te hizo ocultarlo, y no tu poca afición a la verdad.


Supongo que te lo pones cuando quedas con Raquel y tu falta de escrúpulos te impide siquiera sentirte mal cuando miras tu muñeca y ves un recuerdo de lo que yo te quise.


Si hubiera sabido que ibas a marcharte no lo habría comprado, Antonio. Un reloj es demasiado para celebrar el santo de alguien que se larga faltando a todas sus promesas. Ese reloj es una cosa más que tienes gracias a tus mentiras. Igual que mi corazón. De haber sabido ser sincero yo tendría mi corazón conmigo y tú tu viejo reloj deportivo de Adidas. Es ahora cuando sé que si alguna vez para variar me hubieras contado la verdad no habrías sido tú mismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me has hecho llorar,espero que sigas escribiendo aún cuando todo haya pasado porque es un placer leerte.
Somos muchas las personas que alguna vez nos hemos sentido identificadas contigo y es bonito que alguien ponga voz a estas situaciones tan(desgraciamente)cotidianas.