sábado, 23 de mayo de 2009

De lo que te pedí y nunca cumpliste


Aquella noche te fui a recoger al aeropuerto. Llegué un poco antes, fui al baño, me arreglé el pelo, me pinté los labios. Estaba muy nerviosa. No había sabido apenas de ti en los dos días anteriores. Un par de llamadas apresuradas que me decían que tuviera paciencia, que todo estaba bien. Por eso decidí coger el coche e ir a recogerte, porque ya no podía esperar más.


Saliste de los últimos cuando llegó tu avión. Traías un polo de colores vivos y una chaqueta blanca que contrastaba con el gris oscuro que vestía yo y el frío de primeros de marzo. Me abrazaste hasta levantarme del suelo en aquel aeropuerto vacío de domingo por la noche y yo, tonta, me sentí tan feliz.


Después fuimos a hablar a un pub perdido con nombre de ciudad de Sudamérica. Pedimos dos coca-colas y nos sentamos en una mesa alta, en taburetes. Tú estabas radiante. Hablaste mucho, más de lo que te he oído hablar nunca. Dijiste que estabas seguro, que habías tenido un momento de flaqueza en el avión por miedo a mi respuesta, pero que ahora no tenías ninguna duda. Que querías ir hacia adelante, hasta donde yo estuviera dispuesta a llegar. Yo no podía creer lo que oía, me resistía a aceptar aquella felicidad inesperada que me ponías en las manos, pero tu sonrisa parecía tan sincera, tu mirada tan ilusionada, que caí. Y tú me agarraste la cara con las dos manos y con esa sonrisa que parecía no despegarse nunca de tu boca me dijiste: "¿Quieres oírlo?" Y yo te dije sí. "Te quiero" dijiste alargando mucho las sílabas. "Te quiero" y repetiste mi nombre completo "Quiero acostarme contigo por las noches y despertarme contigo por las mañanas porque te quiero"


Aquel pub oscuro un domingo por la noche fue uno de los escenarios más brillantes de mi vida. Creí que era el principio de algo que sólo podría desembocar en la felicidad. Me miraste y me dijiste que podía pedirte lo que quisiera que tú me lo concederías, como un genio salido de la lámpara. Y yo pedí: "No me mientas nunca".


Entonces no lo supe, pero después me enteré de aquella noche fue la primera mentira. Sólo te pedí una cosa, Antonio, entonces no sabía que era algo que tú no eres capaz de cumplir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta muchísimo cómo escribes, empecé a leer el blog por curiosidad sobre la historia del mamón este, pero me encanta como escribes, en serio

Simplemente yo dijo...

Muchas gracias. Un beso