miércoles, 27 de mayo de 2009

La distancia es el viento que sopla el amor

Los primeros días después de tu marcha, mi teléfono sonaba con bastante frecuencia. Se notaban tus ganas de compartir conmigo cosas que antes podías contarme cara a cara y también que me echabas de menos más de lo que habías esperado. El primer fin de semana que viniste me abrazaste, me besaste, me hiciste creer que teníamos un futuro real, después empezaste a meterte en aquel mundo y yo quedé relegada a un entretenimiento. La primera vez que fui a verte pasé más tiempo esperándote mientras cumplías con un compromiso u otro, que a tu lado.


A primeros de octubre llegó la mentira. Para entonces ya habías tejido tus telas, ya dominabas la zona. Fue una mentira tonta, porque yo no esperaba que te quedaras metido en casa, sin embargo aquel sábado me dijiste que estabas tan cansado que te ibas a la cama... a las ocho de la tarde. Siempre te has obstinado en tratarme como si fuera idiota. Obviamente no necesité más que poner un pie allí y hablar con tu compañero de piso para descubrir que era una trola más, en realidad todo aquel sueño repentino había sido una cena con alguien. Te dije que me iba, que no estaba dispuesta a tener una relación a distancia con un tío que mentía de una forma tan absurda. Y tú lloraste, suplicaste, dijiste que no se volvería a repetir, que había sido una tontería, que siempre me contarías la verdad... Ya no te creí, simplemente te quería demasiado para dejarte entonces.


Cada vez que te he pillado en una mentira, tu respuesta era que lo hacías para protegerme... Incluso el viernes pasado, cuando me juraste que no habías tenido más contacto con la otra y yo sabía que le habías puesto un mensaje aquella misma mañana, era para protegerme. Y en realidad, Antonio, aquello de lo que habrías tenido que protegerme era de ti.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Protegerte con sus mentiras... jajajajaj, me suena tanto... Mi "Antonio" aún sostiene que me mentía porque siempre tenía miedo de perderme. Siempre. Malditos cobardes mezquinos y egoistas. Ojalá la vida os ponga en vuestro lugar. Entiendo la infidelidad, comprendo que alguien más pueda atraerte, no veo descabellado caer... pero cuando te han pillado, cuando te han cazado mintiendo, engañando, traicionando... y miras a tu personita querida a los ojos, y la ves hundida, ¿cómo puedes empeñarte en retenerla sufriendo a tu lado?, no le impongas un calvario porque tu egoismo y cobardía lo quieran todo aquí y ahora. Es... es.. es de locos.

Un saludo.

Crix.

Anónimo dijo...

Con lo fácil que es decir la verdad...

Anónimo dijo...

Ya, pero lo divertido es sentirse un supermacho aunque sea arruinándole la vida a alguien...

Y sino fuera por eso, sería hasta gracioso lo patéticos que resultan